Desde hace 60 años, promovido por el Instituto Internacional de Teatro (ITI), cada 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro. Entre los actos festivos, el más relevante es la lectura de un mensaje por parte de alguno de los artistas que han participado para en la representación al finalizar los espectáculos.
Cada año, el responsable de este mensaje es un referente de la creación escénica que analiza la cuestión teatral y plantea los retos a encarar dentro del marco social del momento.
Fue Jean Cocteau el primero que redactó el mensaje que se leería en todos los teatros del mundo.
1962 fue un año políticamente complejo: “la Crisis de los misiles” entre la Unión Soviética y Estados Unidos (por si hay algún despistado… Estados Unidos bloquea militarmente Cuba por permitir a la Unión Soviética la implantación de cohetes nucleares). Burundi, Uganda y Jamaica se independizan del imperio británico. También consiguen su independencia Argelia (de Francia) y Ruanda (de Bélgica).Unos meses antes (1961). Esta situación de cambio, convivía con la efervescencia tecnológica derivada de la lucha por la conquista del espacio (Yuri Gagarin se había convertido, tan sólo unos meses antes, en 1961, en el primer hombre en viajar al espacio a bordo del Vostok 1 se había convertido en el primer hombre en viajar al espacio.
Cocteau cerraba su discurso vitoreando: -¡Si el teatro ha muerto, viva el teatro!
Desde entonces hasta hoy, han sido muchos (Olivier, Visconti, Ionesco, Brook, Fo, Lepage, Neruda, Warlikowski, Visconti…) y algunas (Stwart, Mnouchkine, Finnbogadottir, Kaahwa, Dench, Huppert y Mirren).
De todos trasciende la importancia del teatro como forma de reunión colectiva y expresión social.
Este año, que a nadie se le escapa lo complejo que está siendo a pesar de llevar 3 escasos meses, a lo que se le suma la herencia de la situación sanitaria, el responsable ha sido Peter Sellars (perdón, el “gran Peter Sellars). Director de escena, tanto de ópera y ópera, así como de festivales.
Un mensaje inspirador que define el teatro como “el arte de la experiencia” y al que presume la capacidad para colocarnos a modo de espejismo ante nosotros mismos…
Pero, ¿para qué seguir hablando del mensaje, cuando se puede leer íntegro? Sólo nos queda decir: ¡Bravo!